En tiempos inmemoriales, la población
de Coayllo era una de las más privilegiadas en esta parte de la Costa, porque
todo el año tenía agua en abundancia, y que era esencial para obtener buenas
cosechas, y grandes cantidades de selectos productos. Se lograba satisfacer las
principales necesidades e incluso sobraba alimentos para intercambiarlos en
poblados vecinos. Los animales también aumentaban día q. día y la salud de los
pobladores era muy buena.
Todo parecía marchar de maravillas,
pero la realidad era otra. El pueblo sufría mucho en silencio. Mascullaba su
flaqueza espiritual, pues tenía que entregar un niño cada año al diablo. Esta
ofrenda debía cumplirla en forma rotativa cada familia. Pero ¿por qué hacer
esto? ¿Porqué entregar un niño al demonio? Todo esto se hacía porque los
coayllanos habían celebrado un pacto con el diablo, quien los' había
privilegiado con abundante agua día y noche.
Dicen que en la oscuridad de la noche
dejaban al niño sobre la piedra estrella.
Allí se le oía llorar sólo por algunos
minutos porque luego desaparecía sin dejar, huella.
En el lugar llamado Mochadero, dicen
que los pobladores dejaban ,lana, algodón, cuero de animales, etc., yal día
siguiente recogían a cambio prendas de vestir ya confeccionadas. Mucha gente se
alegraba, y esto seguramente tenía feliz al
Príncipe de las tinieblas. 1
Así pasaron los años bajo el sistema
de dar y recibir. Pero llegó el año en que la pareja que debía entregar al niño
se negó a hacerla, porque según decía sólo Dios podía disponer de la vida de
los niños. Los pobladores amenazaron con matarlos, pero ni con ello la
convencieron. De las amenazas pasaron a las súplicas, pero nada los hizo
cambiar de opinión, pues la noble pareja nunca había creído en el diablo, sólo
en Dios, el Dios Universal.
El tiempo se cumplió y el no haber
ofrendado al niño trajo a los pobladores el temor de implacables castigos. Y
así fue. Al siguiente día las aguas se habían secado, llegó una plaga de
insectos y muchas enfermedades que afectaron a plantas, animales y gran parte
de la población.
Desde entonces, de tiempo en tiempo,
Coayllo ha padecido grandes sequías.
A causa de ello, los coayllanos se ven
obligados a dejar su terruño y salen en busca de otro destino. Muchos ya no
quieren volver... Esto no puede seguir así.
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