Cuenta la
tradición, que en tiempo muy lejano los frailes de la Orden Franciscana
llegaron a cumplir su misión evangelizadora al distrito de San Luis de
Cañete, donde en épocas iniciales fue el lugar de re ubicación de la
antigua Villa Santa María de Cañete" ; logrando los religioso
acumular un cuantioso tesoro para la Iglesia Católica. En el año 1578 se
produjo un terremoto de considerable consecuencias que motivo el éxodo de sus
habitantes fuera del pueblo castigado; mientras que los Padres Franciscano, se
mantuvieron en el lugar cuidando sus preciados tesoros. Pero, ellos muy
temerosos de ser víctimas del saqueo por los piratas que en ese entonces
frecuentaban las costas cañetanas, decidieron como medida de previsión, enviar
diariamente a un fraile al vecino puerto de Cerro Azul para observar desde la
parte alta de un cerro cercano al mar, la proximidad o llegada de algunas
flotas de los piratas. Un día de esos viajes, cuando fraile se disponía a
ocupar su puesto estratégico de observador, al dar un mal paso en el terreno se
precipito al abismo donde pereció entre las agua del mar. Desde aquel instante
una de las rocas del peñasco que sobresalía del nivel de las aguas del mar,
tomo milagrosamente la idéntica forma pétrea del cuerpo del religioso.
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